En las comarcas de "Els Ports" y "El Maestrazgo", situadas entre las provincias de Castellón y Teruel, las construcciones de piedra en seco son una parte fundamental del paisaje. Aquí la piedra es el elemento más abundante, abundan los roquedos calizos formados por rocas sedimentarias, dispuestas en capas de grosor variable, que se rompen formando losas planas. Con este material tan abundante, nuestros antepasados modelaron el paisaje, con interminables muros de piedra que nos guían por caminos históricos, otros que soportan la tierra en las laderas abancaladas, las casetas que nos cobijan de las tormentas de verano...
Con el paso del tiempo, la Naturaleza ha sabido acoger esta alteración del paisaje original, integrando los muros como un elemento más del ecosistema, tan importante como todos lo demás. Encontramos una amplia comunidad de especies que viven sobre los muros de forma permanente, mientras que muchas otras los utilizan como refugio ocasional. Muchos reptiles y micromamíferos se refugian entre estas piedras, que también sirven como posadero a aves como el colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros) o la collalba gris (Oenanthe oenanthe). En cambio, para otras especies, estas piedras tan cuidadosamente ordenadas son todo lo que necesitan para vivir. Entre la fauna que vive de forma permanente aquí destacan los caracoles rupícolas, que se alimentan exclusivamente de los líquenes que crecen sobre la piedra. Encontramos varios géneros, entre los que destacan Pyramidula y Chondrina. La especie más característica de la zona es Pyramidula pusilla. Estos pequeños caracolillos, de poco más de 2 mm. de diámetro máximo, son de color oscuro y de forma bantante variable, pero siempre más anchos que altos, y con el ombligo relativamente pequeño. Estos caracteres permiten diferenciarlos de P. rupestris y P. umbilicata, otras especies del género, con idénticos hábitos.
Estos pequeños caracolillos son ovovivíparos, es decir, los huevos permanecen en el interior del cuerpo de la "madre" hasta que eclosionan. Luego se produce un parto, en el que las crían salen preparadas para vivir por si mismas, son una copia de los adultos en pequeño, con menos vueltas. Con esta espectacular adaptación han conseguido resolver un grave problema de vivir en un muro de piedra: no hay tierra donde poner los huevos, y sería demasiado complicado tener que bajar al suelo para reproducirse para un caracol de tan ínfimo tamaño.